A comienzos de la década de 1970, en Ghana, apareció en las paredes y las carteleras públicas un póster titulado «El corazón del hombre». En una de las imágenes, varias clases de reptiles (símbolos de lo malo y despreciable) llenaban la pintura con forma de corazón, coronada con la cabeza de un hombre sumamente infeliz. En la otra, el corazón estaba limpio y sereno, con la cabeza de un hombre contento. La leyenda decía: «¿Cómo está tu corazón?».
En Mateo 15:18-19, Jesús explicó qué contamina a una persona: «lo que sale de la boca, del corazón sale; y esto contamina al hombre. Porque del corazón salen los malos pensamientos, los homicidios, los adulterios, las fornicaciones, los hurtos, los falsos testimonios, las blasfemias». Así está el corazón separado de Dios; condición en la que se encontraron los israelitas cuando fueron exiliados a causa de sus pecados (Ezequiel 36:23).
La promesa de Dios en Ezequiel 36:26 es hermosa: «Os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y quitaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne» (ver también 11:19). Esta misma promesa se aplica a nosotros hoy. Alabemos al Señor por tan maravilloso don.